Raquel Montón – 26, abril 2014
Los árboles cuentan la historia y los de Chernóbil tienen escrito en sus anillos de crecimiento el desastre nuclear de 1986. A partir de aquel día los pinos empezaron a tomar registros propios, y desde hace 15 años son evaluados por el profesor Mousseau de la Universidad de Carolina del Sur.
El 26 de abril de aquel año sobrevoló por Europa y Rusia, procedente de Ucrania, la radiación liberada a la atmósfera por la explosión del reactor nuclear de Chernóbil. Hoy por Ucrania, además de la herencia del accidente, sobrevuela un conflicto civil. Un conflicto que, además, ha provocado que se detengan los trabajos en la estructura de contención del reactor, que debían terminar en 2015, y es un trabajo crítico de la máxima prioridad incluso para Europa.