Por Javier García Blanco | Arte secreto

Cuando los historiadores catalogaron la pintura por primera vez, hacía tiempo que el paso de los años y las vicisitudes históricas habían “desdibujado” tanto la identidad del protagonista del lienzo como la del artista que le había retratado.
Durante décadas se creyó que el joven barbudo y de ricos ropajes que mira desafiante al espectador desde la pintura no era otro que Cristóbal Colon –una identificación extraña, pues ninguno de los objetos que le acompañan alude a la navegación ni a la exploración marítima–, y se atribuía la obra a algún miembro secundario de la escuela de Rafael.