Por: Ángeles Jurado
«La gente piensa que es bonito, mientras que yo encuentro que es feo», se queja la señora Konabé, una comerciante de la etnia kô, originaria de Burkina Faso, que hoy reside en Abiyán. Y prosigue: «Antes, cuando tenías la cara lisa, te rechazaban, antes amaba mis escarificaciones, eran bonitas, las utilizábamos para «presumir», pero ahora, en la ciudad, están anticuadas«. La señora Konabé tiene un rostro amable y ancho, carnoso, de piel tostada y luminosa. Bajo el paño que tapa su cabello, un fino entramado de líneas le enmarca la mirada. Tres rayas más largas y pronunciadas le cruzan cada mejilla, desde la nariz y la boca hacia las orejas. «Te insultan, te llaman «cara desgarrada», eso duele -finaliza- No somos como los otros«.