Por: Ángeles Jurado
“Todo empieza con una palabra”, constata serenamente en un correo electrónico que teclea desde Groninga, una hermosa ciudad universitaria en el norte de Holanda. Fuera, el principio del otoño europeo se despliega entre canales rumorosos y bicicletas que se deslizan, casi fantasmales, sobre puentes y calles empedradas. Huele a frito, a lluvia inminente, a coffee shop. Un contrapunto de tulipanes y otras flores luminosas y de árboles petrificados se aferra a una orilla del agua oscura.
“Las palabras siempre me han fascinado”, prosigue, antes de precisar que esa fascinación comenzó con las historias que le contaba su madre de niño y sus lecturas. Explica también que en su tradición, la Mandingo, los griots son los guardianes de la palabra, Kuma. “Eso significa que son los guardianes del pasado, presente y futuro. Soy parte de esa tradición, un griot que, en palabras de Pablo Neruda, va cantando por el mundo”, escribe.