Escrito por francisco sanz

El éxito del proyecto de modernidad civilizatoria estriba en su capacidad de apoyar sus fundamentos en valores que se suponen universales, vinculándolos después, con visos de racionalidad científica, a evidencias empíricas domesticadas, que dan puntual cuenta del progreso prometido, a la vez que soslayan las consecuencias regresivas, no deseadas, que los acompañan. La ciencia económica ha desempeñado un papel fundamental en este juego reduccionista al aportar el núcleo duro de racionalidad llamado a orientar los planteamientos socio-políticos que configuran el actual pensamiento dominante.Hace un porrón de años, mucho antes del ordenador personal, ya decía Sacristán que si la producción exige no ya el productor amputado, parcelario o mero apéndice del instrumento, sino un trabajador más versátil y multilateral, de mayor cualificación. Esta tendencia de fondo de las fuerzas productivas empuja hacia la generalización de los estudios hacia niveles cada vez más altos, eso pone de manifiesto que la base productiva moderna lo permite. Al mismo tiempo la crisis del sistema capitalista tiende a ser resuelta mediante una reducción de la población activa y la progresiva sustitución de la capacidad productiva de la fuerza de trabajo asalariada por energías no humanas y sistemas de máquinas automatizadas, este proceso se acompaña de un lento pero seguro proceso de descalificación de la fuerza de trabajo que afecta a las profesiones superiores y medias.Nadie desconfió más proféticamente en el progreso que Benjamin, el nos enseñaba que así como los temas de meditación que la regla monástica señalaba a los hermanos tenían por objeto prevenirlos contra el mundo y contra sus pompas, la concatenación de ideas que ahora seguimos procede de una determinación parecida. En un momento en que los políticos, en los cuales los enemigos del fascismo habían puesto sus esperanzas, están por el suelo y corroboran su derrota traicionando su propia causa, dichas ideas pretenden liberar a la criatura política de las redes con que lo han embaucado. La reflexión parte de que la testaruda fe de estos políticos en el progreso, la confianza que tienen en su “base de masas” y finalmente su servil inserción en un aparato incontrolable son tres lados de la misma cosa. Además procura darnos una idea de lo cara que le resultará a nuestro habitual pensamiento una representación de la historia que evite toda complicidad con aquella a la que los susodichos políticos siguen aferrándose.Él escribía así en tiempo de guerra. Y si eso sigue valiendo es porque seguimos en guerra o al menos buscando la paz; sólo a partir de esto cabe entender lo poco que se discute el boom de la seguridad como economía, como una convergencia sin precedentes de poderes políticos sin obstáculos y capitalismo sin obstáculos, como si de una especie de fusión entre el centro comercial y la cárcel secreta se tratara. La profesión de uno de cada cuatro vagabundos en EE.UU. Veteranos de Guerra. Antes de forma real y todavía política y metafóricamente. Las tareas de gestión no han sido lo más importante para los políticos, sino los mitos y la ornamentación. De modo que durante años ciertos gobiernos se han concentrado, antes que en resolver los problemas de los ciudadanos, en decir que si las cosas van mal es porque la economía, y ya puestos ni la ley, deberían regir la política, sino que la política consiste únicamente en perfilar y combatir al enemigo allí donde se encuentre, sólo eso nos permitirá saber quienes somos y alcanzar la paz.
Ufff, la política me tiene muy desencantada…
¿Será una verdad como una catedral que el poder corrompe?
Es que sí no, no lo entiendo…
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Yo creo que sí, En 1887 el historiador británico Lord Acton escribió una frase que pasó a la historia:“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Mira este artículo que he puesto en mi blog: https://ecosocialojocritico.wordpress.com/2014/11/18/el-poder-no-corrompe-refleja-como-eres/#more-9682
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