Isabel Bathory – La condesa sangrienta*


La historia de la condesa sangrienta es una historia espeluznante y más aún por su veracidad.

Erzsébet Bathory
Erzsébet Bathory

Según la leyenda, Elizabeth Báthory fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza, que utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad.

Nació en una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania: los Erdély. Sus padres, Anna y Jorge Báthory, eran primos. Su infancia transcurrió en el castillo de Csejte y antes de cumplir los seis años sufría ataques de lo que se puede considerar epilepsia.

Vista aérea del Castillo Čachtice
Vista aérea del Castillo Čachtice

A los once años fue prometida con su primo Ferenc Nádasdy, conde (anteriormente barón).

A los doce empezaron a vivir juntos en el castillo de él y nunca tuvo buena relación con su suegra, Úrsula. A diferencia de lo que era propio en la época, recibió una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces.

Era excepcional “hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir, hasta el Príncipe de Transilvania era prácticamente analfabeto”.

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A los quince años, el 8 de mayo de 1575, se casó con Ferenc, que entonces contaba 20 años de edad.

La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el castillo de Varannó (su nombre eslovaco es Vranov nad Toplou); acudieron más de 4500 invitados, incluso se invitó al emperador Maximiliano II, que no pudo acudir. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo.

Se fueron a vivir al castillo de Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa. El joven conde no pasaba mucho tiempo por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a sus enemigos), lo que le mereció el apodo de “Caballero Negro de Hungría”.

Las posesiones de esta pareja de nobles húngaros eran enormes, y se requería además un férreo control sobre la población local, de origen húngaro, rumano y eslovaco.

Ferenc y Elizabeth apenas se veían debido a las actividades guerreras de Fernec, así que no fue hasta 1585, diez años después de su matrimonio, que la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Catalina. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo varón, Pablo.

En 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría, como se conocía a Ferenc por su fiereza a la hora de combatir, murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Elizabeth, que contaba con 44 años.

Es aquí cuando comienzan, según sus acusadores, sus crímenes. Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Elizabeth, se merecían.

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A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería (explícitamente, la magia roja) y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes -una típica acusación muy popular en la época, similar a las que se realizaban contra los judíos y disidentes-.

Matías ordena a un primo de Elizabeth, el conde palatino Jorge Thurzó -enemistado con ella-, que tome el lugar con sus soldados y realice una investigación. Dado que la señora de Báthory carecía de fuerza militar propia, no hubo resistencia.

Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo.

En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Elizabeth contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas.

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Por todas partes había toneles de ceniza y serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a putrefacción. Se decía que mientras su esposo estaba fuera, ella mantenía relaciones sexuales con sirvientes de ambos sexos, y se rumoreaba que cuando tenía sexo con chicas no era raro que las mordiese salvajemente.

Todo empezó en 1604, poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando. Al principio tuvo mucha suerte: la condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón (cuando lo normal entre la nobleza de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos).

Pero cuando la sangre salpicó la piel de Elizabeth, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada, pensó que había encontrado la solución a la vejez, y que siempre podría conservarse bella y joven. Todas las leyendas sobre canibalismo aseguran igualmente que la sangre humana prolonga la juventud.

tumblr_lkfoj0o17h1qzcd00o1_400Tras consultar a sus brujas y alquimistas, y con la ayuda del mayordomo Thorko y la corpulenta Dorottya, desnudaron a la muchacha, le hicieron un profundo corte en el cuello y llenaron un barreño con su sangre.

Elizabeth se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud.

En 1609 Elizabeth, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de tantos crímenes, cometió el error que acabaría con ella: utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buena familia para educarlas. Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por las mismas “causas misteriosas y desconocidas”.

Esto no era raro en aquella época, con sus elevadísimas tasas de mortalidad infantil y juvenil, pero en el “internado” de Čachtice el número de fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la aristocracia menor, por lo que sus muertes eran consideradas importantes.

La bruja Darvulia le habría prevenido que nunca tomara nobles, pero esta anciana había fallecido algún tiempo atrás. Fue su amiga Erszi Majorova, viuda de un rico granjero que vivía en la cercana localidad de Milova, quien convenció a la condesa de que no pasaría nada.

Es imposible saber, hoy en día, qué sucedió realmente. Desde el punto de vista psiquiátrico, Elizabeth Báthory sería una anomalía que se sale del patrón común de todos los asesinos en serie conocidos. En la época era común castigar cruelmente a siervos y pupilos, y ejecutar incluso a pequeños delincuentes de las maneras más espantosas.

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Quizás fuera sádica, y en consecuencia se aplicara especialmente a la hora de imponer disciplina, o incluso obligara a sus sirvientas a tomar parte en prácticas sadomasoquistas más o menos extremas, ninguna novedad para la nobleza de su tiempo, cuya impunidad y poder legal les permitía tratar a la servidumbre como quisieran.

O quizás fue realmente una torturadora y asesina en serie amparada en su estatus, que sólo se perdió cuando por falta de nuevas víctimas entre la plebe recurrió a las hijas que formaban parte de la nobleza menor.

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En 1612 se inició un juicio en Bitcse. Elizabeth se negó a declararse inocente o culpable, y no compareció, acogiéndose a sus derechos nobiliarios. Quienes sí lo hicieron, por la fuerza, fueron sus colaboradores. Juan Ujváry, el mayordomo (conocido como Ficzkó), testificó que en su presencia se habían asesinado como mínimo a 37mujeres solteras” de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo.

La acusación se concentró en los asesinatos de jóvenes nobles, pues los de las siervas carecían de importancia. En la sentencia todos fueron declarados culpables, algunos de brujería, otros de asesinato y los demás de cooperación.

Todos los seguidores de Elizabeth, excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; éste fue el destino de su colaborador Ficzkó. A las brujas Dorotea, Helena y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo “por haberlos empapado en sangre de cristianos” y las quemaron vivas.

Erzsébet Báthory
Erzsébet Báthory

Erzsi Majorova, una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue ejecutada. Katryna, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Elizabeth, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, aunque recibió cien latigazos en el cuerpo.
Pero la ley impedía que Elizabeth, una noble, fuese procesada.

Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en su mazmorra, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan sólo un pequeño orificio para pasar la comida. Finalmente, el rey Matías II pidió su cabeza por las jóvenes aristócratas que supuestamente habían muerto a sus manos, pero su primo, el Gran Príncipe de Transilvania, le convenció para que retrasara el cumplimiento de la sentencia de por vida.

Así es que la condenaron a cadena perpetua en confinamiento solitario. Esta pena implicaba también la confiscación de todas sus propiedades, lo que Matías venía ambicionando desde tiempo atrás.

elizabeth_bathoryEl 21 de agosto de 1614, uno de los carceleros la vio caída en el suelo, boca abajo. La Condesa Elizabeth Báthory estaba muerta después de haber pasado cuatro largos años emparedada, sin ni siquiera ver la luz del sol.

Pretendieron enterrarla en la iglesia de Čachtice, pero los habitantes locales decidieron que era una aberración que la “Señora Infame” fuera enterrada en el pueblo, y además en tierra sagrada.

Finalmente, y como era “uno de los últimos descendientes de la línea Ecsed de la familia Báthory” la llevaron a enterrar al pueblo de Ecsed, en el noreste de Hungría, el lugar de procedencia de la poderosa familia. Todos sus documentos fueron sellados durante más de un siglo, y se prohibió hablar de ella en todo el país.

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8 comentarios en “Isabel Bathory – La condesa sangrienta*

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    1. Parece ser que ante la soledad creciente de Elisabeth, que ya había empezado su decadencia física, ya que había sido una mujer de gran belleza, se obsesiona por mantenerse eternamente joven y comienza a surgir en su mente, todo lo que había estudiado sobre hechicería y brujería en los años anteriores.

      Saludos.

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  2. Aderyn

    Esta historia es horrible, pero de lo pintoresca que es me llamó tanto la atención que incluso hice un poema hace unos meses. Muy buen articulo 🙂

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    1. Elizabeth Bathory cometió toda clase de atrocidades en una absurda batalla contra el tiempo. Su lucha tenaz y diabólica por conservar la fugaz belleza física acabó con centenares de vidas; aunque la ironía del destino nos ha dejado una frase por lo menos inquietante a favor de la efectividad de aquellas operaciones siniestras.

      Se dice que durante sus funerales el párroco del pueblo de Eczed afirmó:

      Fue la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto.

      Abrazos.

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