Respetado Felipe:

Tuve el honor de formar parte de tu equipo en tres de tus cuatro gobiernos, en segundos y terceros niveles, eso sí: ahí donde se brega el día a día de la gestión y del fecundo encuentro con la Sociedad. Y ahora siento -casi en nombre de tu propia historia- una cierta pena de pertenecer al mismo partido que tú.
No porque me sienta mejor que tú, ni mucho menos, sino porque te estoy viendo cómo llevas unos años haciendo equilibrios entre intentar ser quien eras, y mantenerte en los espacios que ahora ocupas. E intuyo la tragedia interna de tu conciencia, en esos momentos que todos tenemos, en los que nos quedamos muy a solas con nosotros mismos y nos atrevemos a decirle a nuestra imagen en el espejo aquello de “¿en qué te has convertido?”. Uno de esos “momentos Jaime Gil de Biedma” que todos los afortunados tenemos, como el del poeta en su poema “Contra Jaime Gil de Biedma”.